martes, 8 de octubre de 2013

El INAH, interpondrá demandan ante PGR por daños

Responde el INAH: Por daños, demanda ante PGR


* Información de última hora



La respuesta del INAH, no llegó sola, respondió a la presión ejercida por intelectuales e integrantes de la sociedad civil. Como vemos, el daño fue sí fue realizado, ahora a reparar con los mejores métodos y especialistas.

Es necesario reconocer, en este tema, la labor del historiador y ex cronista de la Ciudad de México, Guillermo Tovar y de Teresa, quien en veloz alerta desde el facebook dio aviso de semejante barbarie para no consumarse.

Este día, hoy martes, en conferencia de prensa, César Moheno, confirmó que la escultura de bronce presenta daños en aproximadamente 50 por ciento de su superficie, causados por la aplicación de ácido nítrico a 30 por ciento lo cual ocasionó ‘‘la pérdida irreversible de la pátina original de la aleación de elementos de estaño y zinc, así como corrosión de bronce”.

Y que por ello el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) interpondrá una denuncia ante la Procuraduría General de la República (PGR), contra quien resulte responsable, por los daños irreversibles que sufrió la estatua ecuestre de Carlos IV conocida como El caballito luego de la intervención que tuvo por parte de Arturo Javier Marina Othón, presuntamente contratado por funcionarios del Centro Histórico de la ciudad de México.

También se pretendió ‘‘sacarle brillo a El caballito con el uso de cargas metálicas”, dijo

Relato que la empresa contratista ,‘‘no contó ni cuenta con autorización del INAH. Al realizar los tratamientos sin autorización, se violó la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos y su reglamento”.

Se estima que tienen un costo de un millón 415 mil 723 pesos y ‘‘es urgente iniciar la estabilización de la obra para restituir el estado del metal”, finalizo César Moheno

Sendero Público, que dedicó este día la columna a este especial tema y reporteó sobre el mismo ante fuentes directas del INAH, consultó a especialistas, de todos considera, como la se expuso en otra columna, que las sanciones no sólo deben ser económicas, creo que se tiene que ir más a fondo.

Así se propuso:

1. Inhabilitar a los funcionarios responsables por lo menos cinco años, es decir, a los directivos del Fideicomiso del Centro Histórico, porque muestran su falta de oficio y especialidad en el tema. Aún cuando es de  orden federal, es competencia del Gobierno del Distrito Federal.

2. A la empresa "Marina", despojarla en automático de los contratos que todavía tiene con el Gobierno del DF y también negarle toda participación en licitación pública, tanto en el ámbito local como del gobierno federal.

3. A ese consejo de notables y funcionarios que deciden sobre el cuidado patrimonial, incorporar a ciudadanos preparados e integrantes de la academia, con estudios especializados en patrimonio y cultura.

A continuación la columna de este día,









“Para construir... años, para destruir... segundos”

El Caballito, espera dictamen

(Paco Ignacio Taibo y Guillermo Tovar y de Teresa, en el Caballito.
foto: Exclusiva de Sendero Público)
“Marina”, ignorancia y barbarie

 Bastaron unos minutos para liquidar lo que dos siglos y diez años mantuvieron contra el corrosivo tiempo, como dice Marcel Proust.

La empresa “Marina”, contratada por el Fideicomiso del Centro Histórico, inició trabajos de “mantenimiento” el 19 de septiembre de este año, con el objetivo de remozar la plaza y la estatua a Carlos IV.                   

 
Y fue precisamente el 9 de septiembre pero de 1796, fecha en que fue colocada la primera piedra de este enorme monumento, motivo por el cual se realizan festejos en forma provisional. Pero tuvieron que pasar siete años más, para que el escultor y arquitecto valenciano fundiera en forma definitiva la estatua en bronce.

Este hecho ocurre, como lo indica el historiador de arte, Justino Fernández, el 2 de agosto de 1803 en los hornos construidos exprofeso para ese objetivo.

Estimado ciberlector de Senderopúblico, me atrevo a realizar un alto en el camino de este párrafo, en este momento de la historia, para adentrarnos, por un instante, a la elaboración orfebre, del delicado y rudo trabajo de fundir el metal y darle el valor, el movimiento, vida a un metal, convertido en luz y movimiento petrificados, símbolo del que logra trascender en el tiempo.

 
Detengámonos  un momento, si, para valorar aún más el trabajo del maestro Manuel Tolsá y comparar la barbarie que se cometió en nuestro días, por la empresa “Marina”, que se dice conocedora en restauración y muy desobediente en el cumplimiento de las órdenes de trabajo y el papeleo burocrático al solicitar los permisos.

Precisa Justino Fernández en la página 67 de su texto “El Arte Moderno en México”     (1937, José Porrúa e Hijos):

“Catorce meses empleó Tolsá en limpiarla y pulirla y se traslado al lugar que se le había designado, desde la huerta del antiguo Colegio de San Gregorio, en donde se efectuó la fundición, con grandes dificultades de peso.

 

“Colocada en el pedestal, gracias a la maquinaria ideada por Tolsá, se efectuó la inauguración el 9 de diciembre de 1803, repitiéndose las solemnes festividades una vez más”. (*) Se supone que Tolsá terminó de pulir la estatua una vez colocada en su sitio, en la Plaza Mayor. Agrega Justino Fernández.

Sobre la escultura se precisa:

 
“El nuevo pedestal es obra de don Lorenzo de la Hidalga, y en él se colocaron unas placas de mármol con inscripciones…

La majestad del jinete y la posición del caballo fueron captados hábilmente por Tolsá, que contaba con profundos conocimientos de la escultura clásica. El semblante del Monarca, sus brazos y manos, así como las vestiduras y pliegues del manto, son de un realismo tan expresivo que dan perfecta idea del genio artístico de Tolsá. Ha sido comparada esta estatura con la del Colleoni, en Venecia, y se dice que Humboldt exclamó al presencia su colocación, que exceptuando la estatura de Marco Aurelio, de Roma, sobrepuja en hermosura y pureza de estilo a cuanto de este género queda en Europa”.

 

En unos minutos, y ácido nítrico al 30 por ciento, fueron suficientes para intentar acabar de un solo jalón con una historia forjada en dos siglos y diez años.

Recordamos que todavía estamos atentos al informe final que debe rendir el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Esperamos respuestas, sanciones  y despidos por ineptitud.

 

Buenas tardes.

Ah. De la política nos encargaremos otro día.

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