A 30 Momentos de los Sismos
En dos actos…
Ese día me levanté temprano para
recorrer los 5 km. diarios, como correspondía a mi calidad de ex atleta de alto
rendimiento, en el sprint final, aceleré a tal grado el ritmo que escuchaba el
latir del corazón, faltaban cien metros para llegar a la meta de la ciclopista,
indicada por mí en un joven árbol de pirú.
Alcancé a trastabilleos la línea
imaginaria, por eternos segundos, todo se sacudió, para no caer, me apeé al
pirú, sus rojos y pequeños racimos, rasaban el suelo de ambos lados, era una
balanza indetenible y yo con él, a lo lejos, las hileras de casas se mecían de
una lado a otro, una gran ola pasó por debajo de ellas que las sacudió. Mi
cuerpo se tambaleaba como una ligera barcaza en altamar, y a los lejos en
ensordecedor ruido taladraba mis oídos. No alcanzaba a ver qué sucedía en el
horizonte; primero creía que era una alucinación, después pensé que así
sucedían los infartos momentos previos al colgar los tenis y por último,
cuando el vaivén empezó aminorar sí descubrí que era un temblor al ver a gente
hincada y rezando, implorando a algún Dios, que la tierra dejará de moverse y
no se abriera.
Pero yo estaba muy lejos de
imaginar que pasaba en el centro de la ciudad y en la Roma, Condesa y Narvarte.
Para ese entonces, yo era
colaborar del mítico periódico Uno más Uno. Fui el creador de la columna
pantalla casera por invitación expresa de Don Manuel Becerra Acosta y mi misión
para ese día fue, reportar lo poco que se pudo en televisión sobre el acontecimiento.
Al llegar a casa, todavía había
energía eléctrica, por Canal Once, sin inmutarse, transmitían clases de costura
e insistían en cuál era el mejor punto; televisa ya se había ido la
imagen, canal 13, sólo a cuadro en estudio, sin imagen, locutores solicitaban
ayuda para damnificados o lista de personas desaparecidas que llegan vía
telefónica.
Un dato: Los noticiarios de canal
13 no tenían imágenes alusivas al momento, porque la sencilla razón de que los
camarógrafos no se llevaban las cámaras a su casa, por contrario, tenían que
asistir al canal de ajusto por turnos, para retirar la cámara no sin antes
dejar firmadas una lista de requerimientos, como estado, horario y baterías,
además de los cassetes, para una vez cumplidos los requerimientos, se lanzaran
a las calles.
De ahí, que las primeras imágenes
que llegaron antes del mediodía, el mismo Joaquín López Dóriga, conductor
estrella de ese noticiario, dijera al pasar las imágenes que llegaron sin
editar: Estas son las imágenes de lo qué paso en la ciudad. Ellas hablan por sí
solas. Como puede usted apreciar: la ciudad de México ha desaparecido".
Información difundida a nivel
nacional, que le dio la vuelta al mundo por la irresponsable y ligera opinión
de este comunicador, que sigue por ahí dando tumbos y manipulando la realidad,
ya desde hace años en favor del régimen al que sirva, en ese entonces al PRI,
recuérdese que canal 13 entonces era del Estado.
La radio, principalmente la de
Amplitud Modulada, jugó un papel más activo ese día. La mítica crónica radial
de Jacobo Sabludowsky, sería un sello para la historia.
Terminé mi columna como a las
siete de la noche, escrita en una máquina mecánica Olivetti. Dos cuartillas.
Convencí a una amiga de que me acompañará en su auto a dejar mi artículo,
entonces atravesamos la ciudad desde el aeropuerto vía consulado hasta la
orilla de la plaza de toros, a la calle Nochebuena.
No dejaré de olvidar el mega
tráfico sobre río consulado, a la altura de Nonoalco, una especie de cúspide,
donde observé a una ciudad en llamas, con decenas de estelas de humo, con un
olor a trapo quemado acompañado de un ligero olor dulce que asfixiaba. Salvamos
el tráfico y a la gente deambulando sin sentido por calles alternas para llegar
a nuestro destino.
Entregué mi tarea, al otro día se
publicó el artículo. En ese entonces, era un recién egresado de la Faculta de
Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y también colabora en canal 11, en el
programa de Cara al Futuro conducido por la poeta Ethel Krauze, y ahí
realizamos múltiples programas sobre el desastre y la solidaridad y la forma en
que muchos de los entonces jóvenes, se incluyeron sólo por ayudar, entonces
frases limpias, sanas, sin contaminación.
¿Qué ha pasado con los medios
desde entonces?
Se fueron: El Nacional,
Novedades, El heraldo, Voz Pública del popular Paco Huerta, Pulverizaron la
Cooperativa de Excélsior con ayuda del gobierno panista, por mala
administración feneció El Día…
Llegaron Canal 22, Reforma,
Reporte Índigo; recientemente nos quitaron a Carmen Aristegui, la bloquearon.
Desde hace poco más de un lustro,
se han multiplicado los portales como hermanos gemelos, quizá las diferencias
estén en sus colaboradores, pero todos tienen las mismas características:
informes breves, multitud de temas, y la prontitud que en su esencia lleva la
fatalidad de su existencia. Todos casi cortados por la misma tijera.
Y además las redes sociales, un
enjambre de libertades que hacen posible que cada cibernauta puede tener más
seguido sus cinco minutos de fama.
Libertades en apariencia porque
las leyes aprobadas en el senado permiten la censura y la intervención bajo el
pretexto de la seguridad nacional.
En cuanto a los periodistas, que
bueno que se le exija mayor preparación, profesionalismo, pero sus salarios son
de subsistencia, no están acordes a los parámetros de internacionales de
ingreso, prestaciones, seguridad social y jubilaciones.
Las leyes que siguen rigiendo al
periodismo, en 30 no han cambiado para mejorarlo: Las leyes de radio y
televisión favorecen al dupolio, o bien, a los grupos históricos y caciquiles,
en materia de las audiencias, simplemente éstas no existen como lo demostró un
fallo en contra de ese precepto que formuló el grupo de abogados de Carmen
Aristegui.
Los sistemas de de televisión
pública, sigue bajo las órdenes del gobierno en turno, ya sea federal o
estatal. No existe la autonomía, ni para presupuestos, como tampoco para sus
contenidos, Y lo mismo sucede con las radios públicas, siguen sometidas al gran
poder, algunas incluso ya desaparecieron, como fue el caso de las estaciones
del INAH.
En cuanto a los periodistas
mexicanos, qué ha pasado? Que desde el 30 de mayo, día en que asesinado al
maestro Manuel Buendía, por órdenes del General Arturo Durazo Moreno,( según una ultima versión que tengo de esos hechos) con
indicaciones de de Miguel de la Madrid y la fe de hechos de Antonio Zorrilla
Pérez, hasta el momento van muerto alrededor de 300 periodistas, la mayoría de
ellos, por documentar el abuso y maltrato o malversación de fondos, por
corrupción o por matones, de los servidores públicos.
Ha sido muy cara la cuota que
pagado los periodistas mexicanos por mantener su profesión y sus libertades.
Quisiera decir lo contrario, pero la memoria no me deja, se opone a que la
engañe, es una realidad que no se puede ocultar. Puede tener ópticas distintas,
pero es imposible ocultarla.
¿Las redes sociales mejoran el
periodismo? no lo creo, es una mezcla de muchos ingredientes, donde se confunde
el valor ciudadano con las oportunidad de exhibicionismo.
Retomar el lenguaje, reinventar
la palabra solidaridad, incluso entre los periodistas, para volver a empezar,
por más drástico que parezca, es volver a empezar en todos lados y todos los
frentes, los medios incluídos y la creación de nuevos medios. Los principios,
los valores, creo que es el único camino mediante el cual se puede volver a
tejer el camino.
Ah. Y que regrese la crónica a
los medios, salvo honrosas ocasiones y secciones, la crónica como género, ha
desaparecido cuando es una de las formas de conservar la memoria colectiva,
como sucedió en 85.
Saludos
JB
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