CARTA A MIS AMIGOS UNIVERSITARIOS
Nos conocimos en
medio de bancas y pizarrones, compartimos el breve espacio del patio de la
antigua Facultad. Escribimos nuestros apuntes sobre libretas, todavía se
practicaba pasar al frente del pizarrón a exponer el tema, a debatir ideas.
La puesta de sol nos
acompañó durante el curso de la toda la carrera. El verde pasto universitario,
llegaba como alfombra a nuestros salones. Sí, porque vivimos, caminamos y
compartimos esos caminos.
Asistimos con la
libre voluntad del que busca aprender, de maravillarnos con las enseñanzas de
nuestros maestros, algunos de ellos, grandes luminarias del pensamiento y
acción. Buscábamos las claves del conocimiento para decodificar realidades,
para analizar los mapas del pasado y vislumbrar el paso del tiempo en las
sociedades. Todo un titánico reto con sorpresas por vivir cada día.
Nos conocimos hace
más de tres décadas, en tiempos en que el trasporte público, los Indianilla entraban al circuito
interior, cuando el metro irrumpió para nuestro beneficio nocturno - salíamos a
las diez de la noche- en la estación Copilco.
Los menos, tenían autos: vochos, renaults, y brasilias, eran muy populares.
La comunicación, los diálogos,
eran directos. No existían los celulares, tampoco internet, mucho menos compus ni tabletas personales, ni el facebook.
Fueron los tiempos de grabadoras y audioreproductores de cassette.
El vestir fue
informal, pantalón de mezclilla y una buena camisa o blusa. Algo de minifaldas
y medias. Poco pelo largo suelto, símbolo del resquicio de otra generación.
Fueron tiempos donde
la convivencia en nuestras casas, se convirtió
en una extensión de la vivencia universitaria. Una buena parte de las familias conoció a otras
familias en la interminable elaboración de fiestas, según el motivo. La música Pop de los ochentas y la salsa centroamericana,
fueron una fusión perfecta para ambientar el estacionamiento de la facultad, o
el patio de una casa. “Ahí están mis
veinte”, fue una frase que abría el campo de batalla para organizar toda
una manifestación de alegría.
El tiempo era más
flexible, nos alcanzaba para todo. Hasta para organizarnos y ganar las primeras
elecciones independientes en asuntos estudiantiles, al margen de los partidos y
corrientes académicas, y festejar. Para viajar en grupo, para armar un grupo de
teatro, un intento de periódico, y algunas ideas cercanas a documentales.
Ese gusto por encontrarnos
todas las tardes, a las cuatro. Por crear grupos de trabajo, incipientes
dibujos de la alta dirección en la organización social. Por debatir, por
comprender y empezar a ejercer la
libertad de pensamiento y expresión, por entender derechos. Por aprender de las
herramientas del conocimiento para ponerlas en práctica en una cambiante sociedad.
Por coincidir a la salida del aula y emprender
el regreso a casa, en grata compañía.
La UNAM, también facilitó el encuentro de corazones, que en
algunos casos, fincaron un mismo destino y en otros, un aliento.
Estimados amigos y
amigas, compañeros (a) universitarios (a),
Un espacio llamado Universidad,
hizo posible que nuestros caminos convergieran y también fomentó un gran tesoro
en cada uno de nosotros, al cultivar: la confianza, tolerancia, respeto,
convivencia, admiración, humildad y la esperanza de continuar conviviendo en
cualquier oportunidad que nos brinde la vida.
Por todo ello y más,
los invitó a sumarnos al festejo de la generación 80-83, de los egresados de la
Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, este 16 de noviembre del 2013. Favor de comunicarse con Yolanda, Coco o Gabino, integrantes del comité organizador.
Saludos a todas y
todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario