Los caminos de la luz
· Hoy celebran a San Judas Tadeo, apóstol
de las misiones imposibles
· Los pasos, fecundan al corazón
· El caminar, una tradición milenaria
El latir del
corazón es quien marca los pasos, indica el camino, visualiza el lugar en busca
de la mejor estancia, del asentamiento, así sea fugaz o permanente.
En ese
caminar, las huellas, nuestras huellas, las tuyas y las mías, las de todos,
dibujamos surcos, hilos umbilicales sobre el mapa de la corteza terrestre. Y
formamos diagramas de rutas con origen y destino, para que otros, caminen por
ahí, como antes caminaron nuestros padres y abuelos y antes que ellos, los que
sucedimos en este imparable caminar en busca de luz, de reposo, de un claro, un
claro amplio como el mismo horizonte.
Después de
la luz, fue la huella la que acompañó a la vírgula de la palabra. Y ha sido ese
caminar, el que continúa rigiendo nuestras vidas, es parte del constante
cambio.
Para el caso
de México, se podrían sumar en cientos los caminos de luz, las rutas por donde
se transita por llegar a los centros de energía, a la génesis del lugar de
reposo y vida de nuestros ancestros.
Antes de la
Conquista y después de ella, después incluso del nuevo parto, los senderos a los caminos de luz se siguieron
su curso. Un mimetismo, una nueva configuración, una cultura milenaria
insertada en otra cultura de otro momento y época , no alteró la asistencia tradicional
al centro de poder y convivió con las imágenes cristianas de otra época.
La
bifurcación de una cultura celestial que continúa recreando a su Dios y familia en las alturas con otra cultura, petrificada, terrenal, esparcida entre los
frutos de la tierra y el maíz, alimentó la tradición del caminar por los mismos
surcos, en montañas, desiertos, playas y ahora en ciudades, así sea en mismo
corazón de las urbes.
“Son caminos
de luz, y que en ese caminar, en ese andar encuentras un momento para el reposo
interior, una paz interior que te ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la
vida. Y lo importante es seguir esas rutas, para agradecer en quien tu creas, lo
importante de la vida”, me dice en tenue tono, José (Pepe) Alcaraz García,
después de concluir, ayer Domingo, una caminata desde el Sur de la Ciudad al
templo de San Judas Tadeo, en el marco de su celebración este 28 de Octubre. Una ligera caminata de cerca de 20 kilómetros.
Pepe, es un
fiel a los caminos de Luz, en su viaje por encontrarse a sí mismo y
contribuir al despertar de conciencias, ha caminado desde Tijuana a Baja
California a la Ciudad de México y desde Chetumal, Quintana Roo, al centro del
país, así como otras largas caravanas a lugares místicos, en los estados de Jalisco, Estado de
México y Oaxaca.
En caravana, acompañado por más de una docena
y en ocasiones una cincuentena, sus miles de pasos, han dejado huella, se ha
fundido con el pueblo, con sus esperanzas, con la tierra de la misma génesis.
Hoy Pepe, es
uno más, de los cerca de 90 mil visitantes que entraran al tempo de San
Hipólito, este fin de semana y lunes, al lugar de luz, al centro de energía para celebrar en comunión
colectiva, la fusión de la energía en la intensa marcha por ser mejores hombres
y mujeres, por consolidar a la familia mexicana por construir, todos los días,
con pensamiento, palabra, acción y pasos, un mejor país, un mejor planeta.
Las
caravanas, las peregrinaciones, caminatas, de todos los destinos del país, fueron y son motivo de encuentros de
luz, de la incansable búsqueda de fuentes de energía, del encuentro cíclico con
los nuestros y con los otros. El encuentro con la historia y la vida.
Todo lugar de luz, es un centro de atracción, él guía tus pasos, y te da fuerza para seguir caminando.
Ah.Un saludo a todos los caminantes.
Ah.Un saludo a todos los caminantes.
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